Desde hace algún tiempo, vengo notando una tendencia que me preocupa en el mundo de la publicidad y el marketing: la pereza creativa impulsada por la inteligencia artificial. Y no, no me malinterpreten. No estoy en contra de la IA, de hecho, me parece una herramienta increíblemente útil. Tanto así que hasta le puse nombre: Anastasia. Pero aquí está el problema: muchas personas y marcas están cayendo en la trampa de aceptar sin cuestionar lo primero que les ofrece la IA.
Desde que comencé a usar LinkedIn con más frecuencia, tras dejar mi trabajo en diciembre de 2024, me di cuenta de un patrón que se repite constantemente en los copys que aparecen en mi feed. Frases como “Llevamos tu marca al siguiente nivel” o “Camino al éxito” se repiten una y otra vez, como si fueran sacadas de una plantilla universal. Y ni hablar de estructuras vacías como “En un mundo donde (inserte cualquier palabra) toma relevancia…” o, peor aún, los asteriscos que supuestamente deberían poner el texto en negrita pero que muchos dejan tal cual.
Otro error que me hace cuestionar hasta mi propia existencia es cuando los títulos comienzan con Cada Palabra En Mayúscula, como si eso les diera más autoridad o los hiciera más atractivos. Lo que realmente transmiten es descuido y una dependencia ciega de la IA.
Aquí está la cuestión: un buen copy no es solo una secuencia de palabras bien estructuradas, es una conexión emocional con el público. Es lo que hace que una marca se diferencie de otra en un oceano de contenido genérico. La IA puede ser un excelente punto de partida, un asistente fiel que nos ahorra tiempo, pero no puede ser la única fuente de creatividad.
Si solo copiamos y pegamos lo primero que nos ofrece, estamos renunciando a lo que realmente nos hace únicos.
La diferenciación no está en usar la IA, sino en cómo la usamos. ¿Por qué no tomar sus sugerencias como inspiración y luego pulirlas con nuestro toque personal? ¿Por qué no añadirle un giro inesperado, una emoción real, una historia que haga que nuestro mensaje se quede en la mente del lector?
Si seguimos usando la IA sin criterio ni filtro, terminaremos inundados de contenido sin alma, sin personalidad, sin impacto. Y en un mundo donde el contenido lo es todo (sí, usé la estructura cliché a propósito), destacar será cada vez más difícil.
Así que la próxima vez que uses la inteligencia artificial para escribir un copy, hazle un favor a tu marca y a tu audiencia: no te conformes con lo primero que te da. Ponle creatividad, cuestiona, edita, moldea. Porque al final del día, las herramientas pueden ayudar, pero la esencia sigue siendo humana.