Las redes sociales han cambiado por completo la forma en que las marcas se comunican. No solo son una vitrina para atraer clientes, sino también un espacio donde se generan comunidades… y, por supuesto, detractores. Ahora, con los videos cortos en su máximo auge, la competencia por captar y retener la atención es feroz, poniendo a prueba la esencia en redes sociales de cada marca.
Y ahí es donde muchas marcas empiezan a tambalear.
De repente, una empresa con una imagen consolidada, años de excelencia y un tono formal, decide subirse al tren de los reels graciosos y los memes. No porque encaje con su identidad, sino porque “es lo que funciona”. Como si la única forma de atraer audiencia fuera a través del humor o la tendencia del momento.
Pero, ¿qué pasa cuando una marca cambia su esencia solo para ganar visibilidad?

Piénsalo: si el propósito de una empresa es destacarse por su nivel, su trayectoria y su prestigio, ¿realmente necesita apelar a una audiencia que nunca será su cliente? ¿Vale la pena atraer seguidores que buscan entretenimiento, pero que jamás invertirán en sus servicios?
No se trata de ignorar el formato del momento. Se trata de adaptarlo con inteligencia, sin perder el rumbo y su esencia en redes sociales. Porque si una marca se transforma en una máquina de generar likes sin sentido, deja de ser una marca y se convierte en un simple espectáculo efímero.
Así que la pregunta es: ¿queremos ser una marca con propósito o una panadería creativa, sacando contenido diario solo para que no nos olviden?
Tal vez la clave no está en hacer lo que todos hacen, sino en encontrar la manera correcta de atraer sin perder lo que nos hace únicos.
¿Qué opinas tú? ¿Crees que las marcas deben seguir cada tendencia para mantenerse relevantes, o es más importante conservar su esencia y construir una comunidad auténtica a largo plazo?